12 de noviembre de 2025
12 de noviembre de 2025
FICHA
Autoría: Guillermo Viciano y Diego Ibáñez
Ilustraciones: María Eiriz
Editorial: Buscalume
Participantes: 2–5
Edad: +8
Tiempo: 20'
Precio: 15,95€
Complejidad: 1,5 / 5
Introducción
Petals es el nuevo lanzamiento de la editorial Buscalume, que se suma a Katua y The Last One, juegos recientemente reseñados. En él, nos adentramos en un jardín poblado por flores elementales cada combinan color, número y símbolo de un elemento (aire, agua, fuego o tierra). Bajo esta estética se esconde un reto táctico en el que no basta con acumular puntos, sino que será necesario mantener el equilibrio entre los distintos marcadores elementales para tener opciones reales de victoria.
Con una mecánica de colocación de cartas que recuerda a los puzles abstractos, Petals propone partidas rápidas y tensas en las que cada decisión cuenta. Las cartas se entrelazan creando un mosaico floral en constante evolución, donde coincidir colores o números permitirá puntuar, pero también activar habilidades especiales y reconfigurar el tablero en busca de jugadas más provechosas. Un juego que, con muy pocas reglas, proporciona una sorprendente experiencia lúdica y muy rejugable.
Cómo se juega
En Petals, nos proponemos cultivar un jardín compartido compuesto por flores elementales, representadas en cartas cuadradas que muestran, en sus laterales, pétalos de colores: rojo (fuego), azul (agua), amarillo (tierra) y blanco (aire). Cada pétalo contiene un número del 1 al 3 o, en ocasiones, un símbolo elemental. Nuestro objetivo será avanzar en los cuatro marcadores de puntuación (uno por cada elemento), procurando mantener un equilibrio entre todos ellos.
Para preparar la partida, colocamos tres cartas al azar en diagonal sobre la mesa, formando el inicio del jardín. Después, cada persona recibe dos cartas en mano y sitúa sus marcadores de puntuación en la casilla inicial de cada uno de los cuatro tableros elementales. En nuestro turno, debemos jugar una de las dos cartas que tenemos en mano, colocándola junto a alguna de las que ya estén sobre la mesa. La carta debe coincidir al menos en un lado con otra carta adyacente, ya sea por número, por color o por ambos. Tras colocarla, robamos una nueva carta del mazo.
Las coincidencias que logremos con la carta jugada nos permitirán sumar puntos. Si coinciden colores, sumamos los valores de los pétalos de ese color en los marcadores correspondientes. Si coinciden números, también obtenemos puntos en función de los colores implicados. Si coincidimos en ambas cosas, la suma será aún mayor. Así, vamos construyendo el jardín mientras tratamos de optimizar cada jugada.
Algunas cartas incluyen símbolos de los elementos. Si logramos hacer coincidir un símbolo con otro idéntico, podemos elegir entre dos efectos especiales: puntuar la carta que acabamos de colocar o mover una carta ya presente en el jardín (siguiendo ciertas restricciones) para volver a puntuar con ella. Si los símbolos coinciden en posición pero no en tipo, solo podremos realizar una de estas dos acciones, no ambas.
La partida continúa hasta que se agota el mazo. Entonces jugamos una última ronda. Colocamos una de nuestras dos cartas restantes como en un turno normal, y la otra la puntuamos directamente, sumando únicamente los valores de los pétalos (los símbolos no cuentan en esta fase).
Al final, revisamos quién ha obtenido la mayor puntuación en cada marcador elemental. Solo las personas que lideren al menos uno de los cuatro marcadores podrán optar a la victoria; el resto quedará fuera de la puntuación final. A partir de ahí, podemos elegir entre dos sistemas para determinar quién gana: el modo normal, en el que sumamos nuestras dos puntuaciones más bajas; o el modo armonía, que premia a quien haya mantenido la menor diferencia entre su puntuación más alta y la más baja.
Valoración y conclusión
Petals es de esos títulos que sorprenden por lo mucho que consiguen con tan poco. A simple vista puede parecer un juego ligero más, de caja pequeña y reglas mínimas, pero tras unas pocas partidas descubrimos que esconde un diseño muy cuidado, con decisiones constantes y un ritmo que no decae. Su principal virtud reside en cómo logra plantear un reto estratégico accesible a cualquier persona, sin renunciar a la profundidad táctica que se espera de un buen filler.
Las reglas se explican en apenas cinco minutos, lo que facilita enormemente su salida a mesa en reuniones familiares, sesiones informales o incluso en contextos más jugones como diversión entre partidas largas. La estructura del turno (colocar una carta y robar) es muy intuitiva, y la mecánica de coincidencia por color o número se asimila con rapidez. Sin embargo, pronto nos damos cuenta de que cada decisión importa: qué carta jugar, dónde colocarla, cuándo activar un símbolo y, sobre todo, cómo mantener el equilibrio entre los cuatro elementos para no quedar fuera de la carrera por la victoria.
Uno de los grandes aciertos de Petals es, precisamente, ese requisito de armonía. No basta con maximizar un marcador; si descuidamos los demás, es muy probable que quedemos eliminados de la puntuación final. Esto añade tensión en cada turno y nos obliga a pensar a medio plazo, a veces sacrificando jugadas óptimas en un marcador para no quedarnos atrás en otro. El sistema de puntuación al final de la partida, con dos modos posibles (normal o armonía), permite ajustar el grado de exigencia según el tipo de grupo, lo cual es un detalle muy bien pensado.
Visualmente, el juego es muy atractivo. Las cartas, con sus pétalos coloridos y sus formas diferenciadas, forman un jardín que resulta tan agradable a la vista como funcional en términos de jugabilidad. El uso de formas distintas para cada color también es un acierto desde el punto de vista de la accesibilidad. Y que todas las cartas sean diferentes, tanto en colores como en números y símbolos, garantiza una alta variabilidad partida tras partida.
En el lado menos brillante, es cierto que Petals puede resultar repetitivo si se juega en exceso en un corto periodo de tiempo. Su núcleo mecánico, aunque efectivo, gira siempre en torno a la misma acción (colocar carta buscando coincidencias), y si bien la rejugabilidad está asegurada por la aleatoriedad de las cartas, puede no ofrecer suficiente variedad estratégica a quienes buscan experiencias más profundas o con mayor interacción directa.
También es importante señalar que, a pesar de su sencillez, no es un juego completamente casual. El requisito de equilibrio entre elementos y la eliminación automática de quienes no lideren ningún marcador puede dejar fuera de la competición a personas menos experimentadas o con menos facilidad para optimizar sus turnos. No es un problema en sí, pero conviene saber que bajo su apariencia amable se esconde un juego que no perdona los errores.
En conjunto, Petals es una propuesta muy sólida dentro de su categoría. Es rápido, bonito, fácil de aprender y ofrece suficientes decisiones interesantes para mantener el interés partida tras partida. Lo disfrutamos especialmente en grupo reducido, donde la partida fluye con agilidad y las decisiones se sienten más personales. También funciona bien como introducción a juegos abstractos o como opción para llevar en una bolsa o mochila, gracias a su tamaño compacto.